Se presentaban en el escenario del D'leyend -Goodbye June- dentro de su gira europea para presentar su único disco editado titulado:''Nor The Wild Music Flow''. Como ya es habitual en éste blog, os dejo a continuación con los comentarios de Manolo Bosch resumiendo el directo de esta gran banda norteamericana.
Manuel Bosch / Si los anteriores visitantes de D’Leyend, The Jokers, eran la perfecta aplicación de un libro de estilo (el hard rock melódico), Goodbye June ejemplifican al grupo rompedor de cualquier estricto catecismo estilístico. No es que hayan inventado, pero sí que realizan una mezcla de sonoridades que por momentos sorprende y que provoca que por momentos dudes sobre qué etiqueta exacta colocarles... si hace falta colocarles alguna. Lo suyo es rock, del sur de los Estados Unidos, suena a blues, a góspel, a country, algo de funky, un poco de hard, rock and roll clásico… Por momentos se parece a Black Crowes, pero acto seguido surge el recuerdo de Soundgarden o de Led Zeppelin,o de Blind Melon e incluso del su ahora convecino en Nashville Jack White,… Pero lo más curioso es que pueden pasar del country a una especie de rock disco y de ahí a un rock and roll acelerado en una misma canción (!!!). Tanta mezcolanza podría resultar peligrosa de cara al oyente, pero lo bueno de Godobye June es que sus habilidades como instrumentistas les permiten salir airosos del lance y firmar conciertos con una enorme musicalidad, repletos de detalles que merecerían un análisis profundo por separado y que en conjunto desembocan en una colección de temas de gran valor.
Lo primero que llama la atención es la disposición del quinteto de Nashville sobre el escenario, quedando bien patente quiénes son los ‘amos’ (como los tildó el simpático bajista Blake Hubbard, quien habla un muy estimable español, cuando el público presente en D’Leyend les pedía más temas). Es un grupo de tres primos: Landon Milbourn, Brandon Qualkenbush y Tyler Baker, quienes situados en primera fila de la tarima ofrecen un poderoso muro sónico a tres guitarras (dos en algunos temas), pero lejos de resultar monolítico, a través de él resaltan mil y un detalles, ya sea a través del hábil uso del slide de Tyler Baker o de los efectos de sus pedaleras. El bajista y coros, así como el batería, se mantienen siempre en una discreta segunda fila, ejerciendo una competente labor sobre la que se luce el citado trío.
Y una vez comienza a desarrollarse el concierto cada vez va tomando más fuerza la figura del cantante, Landon Milbourn, un hombre con mil matices en la voz (y un bonito dobro), que igual es capaz de cantar con una dulzura semejante a la del fallecido Shannon Hoon (Blind Melon) que unos instantes después recordar a aquel Chris Cornell a quien parecía que estaban torturando mientras interpretaba los primeros temas de Soundgarden o enlazar con unos juegos vocales propios de un Jack White, introduciendo por algunos momentos agudos a lo Axl Rose.
El efecto que todo ello provocó en el público presente en D’Leyend fue el de sorpresa, incluso en algunos momentos parecía existir algo de desconcierto y falta de atención entre una parte de los presentes, aunque quienes lo siguieron de principio a fin sin perderse ni un detalle coincidían en apuntarlo como uno de los grandes conciertos del año, con un nivel de los músicos muy por encima de lo esperado tras la escucha de un disco que ya de por sí es muy notable, y más siendo el primero del grupo.
De los once temas del disco sonaron nueve –se dejaron fuera la preciosa ‘Indiana Boys’ y la final y también lenta ‘Tent revival’- e introdujeron en un setlist que llevan memorizado al menos tres canciones de un segundo disco que ya tienen preparado para ser editado, además de la versión del ‘Helter Skelter’ de los Beatles, que, curiosidad, también ha sido la escogida en los dos anteriores actuaciones en D’Leyend (Eldorado y The Jokers) con unas interpretaciones totalmente distintas.
El nivel general de las canciones es alto, desde esa poderosa ‘Man I am’ en la que el slide se hace notar, siguiendo por la también potente ‘Love clinic’, donde la voz de Landon se hace más desgarrada que en el disco o ese ‘Microscope’ que tras un inicio de amago de intenciones, se lanza a la carrera, provocando los mayores saltos entre el público, al igual que en la parte final de ‘Strut your stuff’. Sin obviar ese buen single que es ‘Lady luck’. Las más relajadas, como ‘Moonshine’, permiten apreciar aún más todos los matices, con el bajo marcando con fuerza un ritmo sobre el que se mueve el resto del grupo en todo su esplendor, al igual que en ‘Breathe easy’, donde es la batería la que se hace notar para dejar lucir los coros y la en este caso voz dulce del solista. Aunque para hablar de un tema que sobresalga de la alta media general hay que acudir a ‘Out of your mind’, donde se exhiben todas las bazas de Goodbye June, incluso ese góspel arrastrado de sus infancias, a través de una extensión del tema de unos dos minutos más que en estudio.
Como manda la tradición sureña, Dios y la familia son sus dos pilares. Al abrir el disco el primer agradecimiento es para ‘God’ y a continuación llega toda la relación familiar, dedicándolo a Shane, hermano de Tyler Baker, cuyo fallecimiento en un accidente fue el origen del nacimiento de Goodbye June. Incluso en la portada es totalmente familiar, ya que las cuatro fotos que se observan son de abuelos del trío.
Landon Milbourn (voz y guitarra).
Brandon Qualkenbush (guitarra y coros).
Tyler Baker (guitarra).
Blake Hubbard (bajo y coros).
Jarrod Ingram (batería).
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