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-The Widowbirds - D'leyend - 12-01-13.

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Desde Australia -THE WIDOWBIRDS- en su actual gira europea visitaban el escenario del D'leyend, un concierto de alto nivel y nadie mejor que mi amigo y periodista Manolo Bosch para expresar lo sucedido esa noche, así que os traslado sus palabras a continuación:


Manuel Bosch / El año en cuanto a conciertos internacionales en Castellón ha puesto el nivel bien alto a la primera. Es muy probable que cuando finalice este 2013 los presentes en D’Leyend recuerden la actuación de The Widowbirds entre lo mejor que habrán visto en estos doce meses. No todos los días se escucha a un cantante con la sensacional voz de Simon Meli, un australiano que podría cubrir sin problemas sobre un escenario un imposible retorno de los Black Crowes sin Chris Robinson al frente. Pero sus compañeros de grupo tampoco se quedan muy atrás, sin malabarismos gratuitos, recrean de manera magnífica unas canciones repletas de rock, sobre todo norteamericano, y gran carga soul.

Con Widowbirds se acumulan los nombres de referencia. Por momentos se vienen a la mente los Black Crowes, sobre todo de la etapa ‘Amorica’, en la que empezaron a desplegar su gusto por los desarrollos en plan jam. Led Zeppelin y sobre todo su disco ‘III’, con sus sones acústicos, también revuela sobre el escenario. Cuando el piano toma el mando rítmico en plan Ian McLagan, los Faces aparecen como guía. La elegancia de The Band, los momentos relajados de unos Lynyrd Skynyrd… Nombres que se entrecruzan para tratar de describir a una banda que dentro esa amalgama sonora construye tanto delicadas piezas como momentos ligeramente acelerados –la bella ‘Sweet Lady Mary’ reúne ambas caras- que en directo se convierten en arrebatos repletos de energía.

El concierto en D’Leyend partía con una duda: ¿son The Widowbirds una banda esencialmente acústica como se desprende su primer disco, ‘Shenandoah’ y, como consecuencia, iban a ofrecer una actuación relajada, o serían ciertas las afirmaciones de Simon Meli en el sentido de que en directo mandaba la electricidad? Pues, ambas cosas. Incluso el propio desarrollo del concierto se movió de un extremo a otro. Empezó suave y acabó desmadrado, con el cantante bailando en camiseta interior en medio de un público alborozado al son de una brutal versión del ‘Gimme some lovin’ de Spencer Davis Group.

Con un sonido muy bueno, algo de lo que se ocuparon los miembros del grupo y el encargado de la mesa, Alberto Lucendo, los australianos lanzaron de buenas a primeras algunas de sus mejores bazas, como el ‘Dust and stone’ que abre el disco y que es su tema más reconocido, con ese cántico indio/aborigen que invitó a ser cantado, o 'Rumble in the alley'. Y a pesar de ello, como suele ocurrir en los conciertos más recientes en esta sala, costó conectar con el público. La parte delantera escuchaba atentamente, pero en la zona de atrás, la atención estaba dispersa, colándose por momentos las conversaciones entre los tonos melódicos y melancólicos que desgranaba el quinteto.

Pero dicen que la música amansa a las fieras. Aunque en este caso habría que decir que fue la fantástica voz del frontman la que sirvió de calmante… y, curiosamente, con temas lentos. Un par de entradas de temas a capella y atención puesta en el escenario, con 'Sweet Lady Mary' y ‘Lay your love’, casi a mitad del concierto. Desde ese instante, el calor fue significativamente en aumento. El público, al completo, se metió de lleno en situación, disfrutando y haciendo disfrutar al grupo. Se notaba.

El espíritu Black Crowes parecía apoderarse cada vez más del escenario, los ‘pájaros viudos’ –una especie de ave- parecían reconvertirse en los ‘cuervos negros’ con un Simon Meli poseído por el alma de Chris Robinson hasta el punto de ejecutar parecidos elementos de baile –más enérgicos en el caso de Simon-, mientras sus compañeros descargaban muy buenos solos, con Tony Kvesic destacando con unas partes protagonistas repletas de alma y melodía y sin artificios gratuitos y un Lachy Doley que igual se marcaba alegres ritmos pianísticos que inundaba la sala con calientes descargas del Hammond.

Desde la zona de atrás del escenario, Shane Steel O’Neill no dudaba en animar constantemente al público a que hiciese palmas –en la parte final del concierto ya no hizo falta- y protagonizó una de las imágenes de la tarde al desmontar el tom de pie de su batería y marcarse un solo entre el público.  Aunque poco después la superó el cantante. Cuando el concierto parecía finalizado tras un primer bis con 'Time we gotta move on¡, el gran ambiente creado en la sala animó al quinteto a subirse de nuevo al escenario para cerrar con un Simon Meli ya totalmente en plan Robinson durante 'Lead myself astray' y un punto y final apoteósico con el poderoso Hammond comandando un espectacular ‘Gimme some lovin’, durante el cual el vocalista se bajó del escenario para bailar totalmente poseído entre un público que le jaleaba entre saltos, palmas y…. un beso apasionado de una presente.



-Simon Meli (voz y guitarra acústica).
-Tony Kvesic (guitarra eléctrica y coros).
-Shane Steel O’Neill (batería). 
-Simon Wiltshire (bajo y voz secundaria).
-Lachy Doley (teclado).



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Si quieres ver el vídeo, quita la música del reproductor.

Pinchar en la foto para verla en alta resolución.
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1 comment

encarnisabina : miércoles, enero 16, 2013 10:21:00 p. m.

Qué pinta más buena !!!

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